Lagrimas de Polifemo

No pude aguantar sin sonreir mientras las dos jovenes se volcaban sobre mi con aquella soez imitación, ignorantes de que era uno de los últimos amantes de aquella infame Galatea de ojos claros de la que hacían burla.
Pero tanta crítica, con o sin justificar, me daba nauseas. Golpeaban mis entrañas sin saberlo, el sofá se hacía cada vez más incomodo, no me ví con fuerzas para defenderme, ni siquiera sabía si realmente debía enfrentarme a todas esas palabras. Solo deseaba dejar de escucharles.
Con pasos inseguros atravesé la habitación y tomé el pasillo hasta la siguiente estancia de la casa.
El sonido del piano surcaba de un lado a otro la sala, no me importaba que se tratara solo de improvisaciones cómicas y poco expresivas, estaba bien así, una inofensiva melodía.

Ilustracion: Odisseu (Jean-Auguste Dominique Ingres)